Receta para volver a empezar cada día
Ve y vuelve,
levanta y siéntate,
deja, trae, ponte:
es inútil pensar...
Liba el polen
como las abejas.
No mires
hacia la colmena:
todas las flores
son la misma condena.
Glorias de guerra
abonan los campos:
escapa cuesta arriba,
no te despegues de la noche,
huye, suelta lastre,
sacúdete el polvo:
somos dos temblores, dos,
sumidos en una vida veloz.
La vida son momentos engarzados.
Y cada día es diferente, ha de serlo.
Los días iguales se aceleran mutuamente.
Los días diferentes van más lento.
Me disgusta el regreso:
prefiero ser quien fluye
sin pensar en exceso.
Caudal y senda,
un río distinto,
se alimenta
de nuestro instinto...
Disfruta de la vereda,
del gozo de un atajo,
de ser el primero en abrir caminos
al pisar la nieve:
los copos recién caídos.
¿Sol, lluvia o bochorno?
¿Frío glacial, acaso un horno?
¿Humedal o secano?
¿Nacer o agonizar?
¿Quién es quién
en la noria del azar?
Teorías no faltan:
cada uno tiene la suya
y yo la mía he de inventar.
Que no somos sino el temblor
del interior de un árbol:
dos anillos que se abrazan en el tocón
sin tocarse.
Eso somos: dos árboles, dos
temblores desamparados
que fluyen sin cesar
para acabar unidos
en un solo temblar.
Hazte a la idea de que cada inicio
es un milagro latente.
Cada nuevo día está aquí para envolverte.
Itzulika (Batera ekoizpenak, 2017)