Lo que sabe el tiempo
Sin empujarlo,
avanza.
La prisa
le es ajena.
Ahora, luego
y siempre,
el tiempo
se mece
y te ofende.
Lento o brusco,
aparentemente quieto,
el tiempo bajo el hielo,
discurre incesante.
Arrodillado
o a rastrás,
de pie
o a gatas,
le da igual.
Invitado indeseado
que crees
mantener a raya
en el umbral;
está dentro de casa,
en realidad.
Lo que no le pides
te lo da.
Te responderá
sin preguntar…
Aunque no quieras,
le da igual.
¿Hacia dónde va?
Su emisaria,
la más silenciosa:
una muchacha
que te susurra al verte:
“Pierdes el tiempo:
él no te pierde”.
Una se seca
y brotan dos,
se marchitó hoy
lo que ayer nació.
Ama a ambos:
páramo y foresta,
ambos serán
al fin ceniza.
En la mirada de un ciervo
o en el pico de los buitres
avanza el tiempo que late y brinca…
Mantente alerta,
no te duermas…
El tiempo sabe agarrarte por la solapa.
El tiempo sabe acariciarte con tiento
El tiempo sabe atraparte el tobillo.
El tiempo sabe avinagrar la miel.
El tiempo sabe amañar el mañana.
Berriro asma nazazu (Autoedición, 2020)