Preocupate y paga

Preocupación innombrada,
no eres real: 
prohibido pronunciar 
los verdaderos problemas. 
Mejor llenar el barrio de otros nuevos
con vistosos nombres. 

Si el problema es el hijo, 
yo soy su padre:  
una nimiedad incómoda
ocupa tu tiempo ahora. 

Traigo un problema 
para cada solución, 
y si te parece poco
un golpecito en el hombro. 

Si de veras crees que no tienes problemas, 
es que aún no me has conocido. 

Traigo unos nuevos para que puedas olvidar los tuyos: 
problemas frescos para tiempos revueltos… 

Seré las dos cosas: la parte y el todo,
primero el veneno y luego el antídoto. 

Yo seré tu problema y también tu solución: 
¿Cuánto pagarías a cambio de tu ración?