Entre un libro y un café
Aunque suspiro por una nueva caldera,
lo que tengo en el bolsillo es calderilla:
piezas melladas de un puzzle,
piezas de un cielo que no encaja...
Con dos perras chicas justo me alcanza
para llegar a fin de mes.
He de elegir entre ambos, pues:
¿un libro o un café?
Un libro de segunda mano
que palpo con los dedos:
¿cuántos, antes que los míos,
no habrán acariciado estos pliegos?
Pero, para engañar al hambre
y templar el frío, no por vicio,
el estómago reclama un café.
No dejo de pensar en la librería de viejo,
si es un libro o un café lo más propicio...
Las ventajas del café: la euforia breve,
un amargor dulce, calorías para el buche.
Las ventajas del libro viejo: la de vivir dos veces,
porque pensar la vida es labor de quien escribe.
¿Libro o café, qué ha de ser?
Ser o no ser, he de elegir y reconocer el daño:
“Póngame un vino, aunque sea del año”.
Beste hogei (Resistencia, 2013)