Nido sin culpa
Como una gallina clueca,
has incubado tu propia culpa:
tu conciencia es tu veneno
y tu combustible.
Vas cuesta abajo
persiguiendo a tu propia culpa:
“¡Culpa que rueda no cría musgo!”, dicen.
La culpa invita al baile culposo,
y solamente se parece a sí misma.
¿Qué fue primero, la gallina o la culpa?
¿Y si no hubiese tal?
¿Y si la vida no fuese más que un nido?
¿Y si todo rodase por su cuenta y riesgo?
No me vengáis con más culpas,
no las compartáis conmigo…
La culpa son ángeles anclados
y deseos amordazados…
¡Dichosa culpa, me apiado de ti!
La culpa es una rueda
cayendo por el precipicio:
“Debo enterrarte bajo un árbol:
¡No regreses, no vuelvas a casa!”.
El hombre sin culpa aligera el paso.
La mujer sin culpa levita y duerme al raso.
La culpa se rompe y de la culpa brota alguna cosa,
¿qué fue primero, la espina o la rosa?
La culpa se parece a una matrioska:
la grande cobija muchas más pequeñas.
Pero se acabó. Basta.
No seguiré incubando mi propia culpa.
Manipulazio estrategiak (*Zart, 2020)