Canción de cuna para adultos (I)

En el espejo de Narciso
golosinas de colores 
sobre un fondo negro.  
Lo llaman main stream
y te ahogará con gusto. 

“Duérmete niño, duérmete ya, 
40 años recién cumplidos
y nadie sabe cómo ha sido…
Nada has de temer: 
tienes la pensión asegurada. 
Aférrate a ese sueldo fijo…”

Este fósforo ya olvidó 
cómo se dice fuego. 
“Tu padre te dará cobijo, 
no tengas miedo…”

Este fósforo ya olvidó 
cómo se dice fuego… 

“Pequeñín, ven a mis brazos,
entretengámonos:
pronto cumplirás 50, 
tratemos de entendernos… 
No olvides tarjetas, teléfonos, 
permisos y salvoconductos 
y cantemos todos a una: 
qué rico que se está en la cuna…” 

“La vida te reserva una guardería 
en cada esquina, pequeñina; 
ven a mis brazos alma mía,
¡verás cómo sigues haciéndote 
más pequeñita todavía!”

Has de ser liviano, 
pues el alma es ligera, 
pero sé ligero como el pájaro, 
no como la pluma. 

Alguien se lo ha de decir, 
—díselo tú mismo—
lo de ese fósforo ya roza 
el autismo: 
“¿Cuándo olvidaste tú cómo se dice fuego?” 

Has de ser liviana, 
pues el alma es ligera, 
pero sé ligera como un pájaro 
que elige su norte 
y su vuelo es su bandera.